sábado, 24 de septiembre de 2011

JUAN DOFFO PINTURAS

A continuación hacemos mención al artículo que escribiera nuestro colaborador Santiago Richetti, sobre un "Grande", como Juan Doffo. Esto es para hacer un poco de historia sobre lo que viene trabajando El duende, y dar a nuestros lectores la posibilidad de hacer una revisión, ya que nos ha llegado una invitación sobre una Muestra que el mismo Doffo inaugurará en el Centro Cutural Recoleta el viernes 30 de Septiembre a las 19hs, bajo el nombre de "El tiempo es otro río."


Los cuatros cielos del hombre


Memorias de la llanura
   
JUAN DOFFO
PINTURAS: Retrata y re-significa distintos elementos presentes en su pueblo natal, MECHITA (La Pampa).

Mechita puede parecer a simple vista un insignificante pueblo perdido en las Pampas –a las que con su extraordinaria, aunque un tanto arcaica, prosa Sarmiento describiera: “es la imagen del mar en la tierra, la tierra como en el mapa; la tierra aguardando todavía que se la mande producir las plantas y toda clase de simiente”-; un mero punto en el mapa o, mejor, en la inconmensurabilidad del cosmos. Pero resulta ser algo más que eso: ese pueblito pampeano -cuya génesis data de 1904-, por el cual pasa la línea Sarmiento del Ferrocarril Oeste, fue hija del mismo, albergando gran cantidad de talleres dedicados a la reparación y mantenimiento de máquinas y vagones. Es, justamente, en Mechita donde nació, pasó su infancia y su adolescencia –hasta que a los veinte años partió para Buenos Aires- Juan Doffo. Pero podemos decir que, aunque Doffo haya dejado Mechita, ésta no lo dejó a él. Aparece constantemente en sus obras –en las cuales se confunden sueño y vigilia, Cielo e Infierno, lo significante y lo insignificante-, transmutada, devenida en entidad metafísica, desmaterializada –y reorganizada-, agrandada.

Doffo retrata y re-significa distintos elementos presentes en su pueblo natal. Uno de ellos es el fuego, siempre presente en sus obras, que suele romper –en forma de fogata- con la horizontalidad del pueblo. Según Heráclito, este elemento es el principio de todas las cosas; ahora bien, así como el agua, el fuego encierra en sí una enorme contradicción: lo mismo que da vida, también mata. El fuego que vemos en la obra de Doffo es un fuego seductor, una luz hiperconcentrada, cuya belleza nos hace olvidar en enorme daño que nos puede hacer: el fuego, por su naturaleza, quema.

Otro elemento común en las obras de este artista son los cielos; esos cielos inmensos, repletos de estrellas, que sólo se ven en el campo (después de todo, no por nada, como dijo alguna vez el artista, “la gente de la ciudad mira más para abajo y no tanto para arriba”). Cielos con los que crea nuevas estructuras, como aquella del cielo protector en forma de cúpula. Podemos afirmar que el hombre tiende a construir estructuras, sistemas cerrados, que le dan seguridad; pero estos sistemas no son más que construcciones artificiales –como dice Gilles Deleuze: “todo está artificialmente cerrado”-, que permiten que no nos volvamos dementes, aunque nos limitan. Son estas estructuras, entonces, las que nos permiten seguir viviendo –o sobreviviendo-, las que nos permiten conservarnos, las que nos dan fuerzas y estrategias para luchar la lucha cotidiana que es la vida. La estructura puede presentarse de diversos modos: sea como ideal filosófico o religioso, como ideal político, como sistema de pensamiento o bien como utopía, entre otras cosas. Para nuestro artista en cuestión, “las utopías siempre son necesarias para el hombre” –como él mismo habría dicho-, aunque no sean más que estructuras ilógicas que parecen lógicas; por eso es necesario generarlas y regenerarlas constantemente.

Todo en la obra de Juan Doffo gira en torno a su pueblo: el artista crea un mundo alternativo –exento de lógicas utilitaristas-, convirtiendo a ese punto perdido en el cosmos infinito en un verdadero microcosmos, inconmensurable éste también. Mechita aparece las veces escondida, protegida por cielos en forma de cúpula o por la naturaleza misma –entendida como Physis (φύσις)-, las otras casi marginada por inmensos espacios vacíos (¿y qué son estos espacios sino la génesis de lo verdaderamente poético?), o bien no aparece en sí misma, dejando su rastro casi imperceptible.

Actualmente (hasta el 4 de octubre próximo) la última producción de Doffo está siendo exhibida en la galería Rubbers (Av. Alvear 1595).

Santiago Federico Richetti

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