sábado, 20 de septiembre de 2025

UNA ESTATUA EN UNA PLAZA


Todo transcurre en el medio de un pueblo que lleva una vida apacible en la década infame que va de 1930 a 1943. Se ve cómo una comedia de índole surrealista se ríe de nosotros mismos. El hecho es que se da a conocer una noticia del aumento de la renta de las tierras y nadie podrá pagar. Los distintos personajes trabajan con hidalguía y se darán momentos que lindan con lo absurdo. El hecho principal divide al pueblo y hace que todo resulte más que desopilante mientras se dan los acontecimientos en los que el Señor Terrateniente intenta llevar adelante su propósito. La dramaturgia de Adrián Luongo, quien es también su director, logra generar un clima en el que todos los participantes se muestran de un modo más que convincente. Los cuerpos de los actores despliegan en el escenario una impronta muy sugerente para demostrar lo que se quiere representar.

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