Visita
literaria
En un entrevero con los guerreros de la utopía,
bañados de calle, insurrectos hasta la manga del mugriento suéter,
sentados como marionetas traídas del horizonte,
nos dictaron frases al viento.
La literatura, una vez mas, se hizo de dos sillas y una mesa (ella
de todo se apropia),
dichosos los sobrevivientes, que soportamos la informalidad
de una presentación improvisada,
para encender las voces que se refrescan con un océano de
agua envasada,
vino inspirador para el poeta diurno.
Un tal Cucurto y un tal Alfredo, boina sublevada a los buenos
modales,
hablaron de sus vidas, su literatura,
sobre aquel espíritu del poeta del que todos conocen (y yo suelo
desconocer),
y la obscuridad del presente.
Aquí, en una sala universitaria cualquiera, de cualquier país
(¡a esta altura!)
me enseñaron la revolución,
que aquí se es muy cómodo,
que es preferible luchar, aunque sea tarea diaria.
Desconocía la dirección del baño (de guía me ofrecí),
sin embargo, bien sabía de historia, de arte, de periodismo,
y de verdades (que no
compartió conmigo),
pero sin duda, Alfredo monologaba entre los pasillos, ante
dos espejos atónitos.
Seguramente no nos volveremos a ver,
o tal vez “el halcón” nos cruce por casualidad;
impensadamente, versos necesarios se esparcieron sobre el
salón,
para dar el Norte al poeta perdido.
18 de mayo de 2010
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