…y el Kublai Kan siguió preguntando por las ciudades olvidadas, donde
sucumben las tierras de su Imperio, aquellas ciudades mas alejadas a su
palacio.
En todo su recorrido,
pasaron ciudades felices e infelices, monótonas y complejas, pero Marco Polo dejó
para el final la ciudad mas especial, con sus peculiaridades y sus creencias,
para terminar con ese Atlas, cuando el juego de ajedrez acababa y las fichas se
reacomodaban en el Imperio.
Las ciudades escondidas.
La
ciudad Indómita, ciudad de las más jóvenes, ilustre en su arquitectura, con sus
fuertes edificaciones para contrarrestar los vientos desérticos.
Cuidada
en todos sus detalles, como bien lo indica su nombre, creció incontrolablemente
hacia las montañas, extendiéndose hasta la quebrada, donde allí suena un dulce
cantar. Dicho cantar mantiene felices a sus habitantes y por sobre todo, es la
única manera de despertarlos de su letargo. Así, comienzan los días en la
ciudad lejana, por tal motivo se preservó la zona, sagrada para algunos. Zona
que no visitan los hombres, algunos dicen que podría ser una sirena, un ángel
dicen otros, o simplemente los vientos que atraviesan la quebrada provocarían
una singular resonancia. Los más viejos del pueblo comentan que el cantar
contendría palabras oraculares.
La
ciudad se caracteriza por su luz, ni de día ni de noche carecen de luminosidad, por el sol o por la
luna, o por la extraña luz en los ojos de los habitantes, que inspiran
felicidad. Allí, todos ríen, los Indómitos se saludan unos a otros, se aman con
especial naturalidad. El amor que se tienen es incalculable, crece día a día.
Su rey ha pensado hace años en ello, para evitar incestos o infidelidades. En
la ciudad Indómita, quienes tengan pensamientos impuros serán exiliados como
quienes no amen verdaderamente. Hasta el momento la ciudad no conoce exiliados,
un único hombre marchó un día por su
cuenta hacia los desiertos africanos, según comentan, se habría enamorado de su
amiga. El rey aun lo busca para que sea su fiel vasallo. El rey con su corona y
su manto, hace ofrendas a sus Indómitos, extrañamente sale por las calles
regalando coronas y mantos.
En
la ciudad Indómita, todos viven de las artes, todos cantan, todos bailan, todos
actúan, hay más anfiteatros que iglesias, más libros que biblias, mas
bibliotecas que escuelas, allí todos aprenden por su cuenta, gente culta si las
hay en todo el Imperio. Quienes
conocían al autoexiliado lo relacionan con el canto matutino, dicen que habría
interpretado el mensaje del cantar:
“Si verdaderamente amas a tu amiga sigue los vientos
del desierto, te traerán de regreso aquel día que ella te ame a ti”
Indómita,
ciudad que se destacaba por su juventud y vitalidad, Marco Polo la resaltaba, entre todas, por ser la ciudad mas
hermosa.
El Kublai maravillado
por la ciudad, preguntaba ansioso por el paradero del autoexiliado, por el mismísimo
Rey, por más detalles de aquella ciudad.
…Sus ojos ya no eran de admiración, MarcoPolo los comparó con los ojos
de los Indómitos…
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