Arrabaleando bajo la lluvia…
Este día no ha parado de llover y
recuerdo que,
comencé el día recorriendo las
inundadas arterias capitalinas,
mientras un amigo orquestaba
blasfemias al gobernador de turno.
Culpable o no, los accesos se
europeizaban una vez más,
copiando a la mejor Venecia, de
modo tal que,
debíamos disfrutarlo antes que
angustiarnos.
Nos llevó largo rato librarnos de
las mareas,
para finalizar en una inmensa
avenida luminosa,
tan desierta a aquellas horas.
Desperté, y la llovizna me atacó
por largas cuadras,
sin lograr quitar mis ojos de la
lectura arrabalesca.
Hojas amarillas del antiguo libro,
las palabras de Manuel pintan la
ribera pictóricamente
y provocan ese ruido angustioso de
la lectura postergada.
El sol no se avizoró en todo el
día,
las noticias evacuaban mis dudas
acerca del temporal,
que seguiría abnegando a los pobres
a mayor pobreza.
Quizá ahora mismo debería yo mismo
desaprobar a esos gobernadores.
Bien quisiera, que se sumerjan un
día en tal pobreza,
e intentasen ser felices entre
tanta inhumanidad.
Me recuesto en mi almohada
soñando caminar bajo la lluvia,
y no empaparme de injusticias.
Me desvelo con el son de los
chaperios, y del viento
que silba su mejorada sinfonía,
“alerta” dicen por allí…
Disfrutamos tanto ese momento desde
nuestros hogares,
que me inclino a pensar que,
cada gota intenta saciar la
hipocresía de cada hombre.