Siguiendo con el comentario anterior, hoy me encontré nada más ni nada menos que con el recordatorio de Función Proa que la exposición de Giacometti, terminaba el 9 de este mes. (Enero).
Así partí y ya llegando al final del recorrido me uní a un grupo de una visita guiada en la que pude rescatar el comentario de las formas que son como alargadas y el movimiento de las mismas, que yo por mi parte había notado en mi paseo a solas.
Me parece que para un artista de semejante envergadura vale la pena contar algo de su vida aunque la fuente sea de wilkipedia.
Alberto Giacometti (
Borgonovo,
Suiza,
10 de octubre de
1901 -
Coira, Suiza,
11 de enero de
1966) fue un
escultor y
pintor suizo.
Biografía
Giacometti nació en Borgonovo, Val Bregaglia, en Suiza, cerca de la frontera
italiana, donde creció en un ambiente de artistas. Su padre,
Giovanni Giacometti, había sido pintor impresionista, mientras que su padrino,
Cuno Amiet, fue fauvista.
Tras terminar la enseñanza secundaria, se trasladó a
Ginebra para cursar estudios de pintura, dibujo y escultura en la
Escuela de Bellas Artes y a
París, en
1922, para estudiar en la
Académie de la Grande Chaumière en
Montparnasse bajo la tutela de un asociado de
Rodin, el escultor
Antoine Bourdelle. Fue allí donde Giacometti experimentó con el
cubismo. Sin embargo, le atrajo más el movimiento
surrealista y hacia 1927, después de que su hermano
Diego se convirtiera en su ayudante, Alberto había empezado a mostrar sus primeras esculturas surrealistas en el
Salón de las Tullerías. Poco tiempo después, ya era considerado uno de los escultores surrealistas más importantes de la época.
Viviendo en una zona tan creativa como
Montparnasse, empezó a asociarse con artistas como
Joan Miró,
Max Ernst y
Pablo Picasso, además de escritores como
Samuel Beckett,
Jean-Paul Sartre,
Paul Éluard y
André Breton, para el que escribió y dibujó en su publicación
Le surréalisme au Service de la Révolution. Entre 1935 y 1940, Giacometti concentró su escultura en la cabeza humana, centrándose principalmente en la mirada. Esto fue seguido por una nueva y exclusiva fase artística en la que sus estatuas comenzaron a estirarse, alargando sus extremidades. En esta época realizó una visita a
España, a pesar de encontrarse en plena
Guerra Civil.
Durante la
Segunda Guerra Mundial vivió en Ginebra, donde conoció a
Annette Arm. En
1946 ambos regresaron a París, donde contrajeron matrimonio en
1949. El matrimonio pareció tener un buen efecto en él ya que le siguió el periodo probablemente más productivo de su carrera. Fue su mujer la que le brindó la oportunidad de estar constantemente en contacto con otro cuerpo humano. Otros modelos habían encontrado que el posar para él no era un trabajo fácil, pero Annette le ayudó enormemente, soportando pacientemente sesiones que durarían horas hasta que Giacometti lograse lo que buscaba.
Poco más tarde se organizó una exposición de su trabajo en la
galería Maeght de París y en la
galería Pierre Matisse de
Nueva York, para cuyo catálogo su amigo
Jean-Paul Sartre escribió la introducción. Perfeccionista, Giacometti estaba obsesionado con crear sus esculturas exactamente como las veía a través de su exclusivo punto de vista de la realidad.
En 1954 recibió el encargo de diseñar un medallón con la imagen de
Henri Matisse, por lo que creó numerosos dibujos durante los últimos meses de vida del pintor. En
1962 recibió el gran
premio de escultura en la
Bienal de Venecia, lo que le llevó a convertirse en una celebridad internacional.
El 3 de febrero del año 2010, su escultura
El hombre que camina ('L'Homme qui marche') fue subastada en Londres por 65 millones de libras (74,2 millones de euros, 104,3 millones de dólares), superando así el récord mundial de una obra de arte vendida en una subasta ese momento, según la casa que se ocupó de la puja:
Sotheby's.
[1]
Y ya sí, metiéndonos en la exposición podemos hablar que lo que se mostraba era un tendal de 117 obras que iban desde cabezas que resultan como una obsesión para el artista realizadas en sus comienzos, también hay unos pocos oleos que no se alejan de una gran creatividad, como así también
también dibujos realizados en carbón que no se pueden dejar de mencionar.Tampoco se puede dejar de nombrar a la curadora Veronique Wiesinger.
El recorrido es muy extenso y Giacometti se interesa hasta por el arte africano. Asique esto está escrito a modo de recordatorio y asi sirva para los que lo lleguen a ver y concurran a la Fundación Proa.