miércoles, 8 de febrero de 2017

ENTREVISTA A ALICIA MUZIO DE KORINTHIO TEATRO

1) ¿Qué fue lo que te llevó a dedicarte al teatro?
2) ¿Quiénes fueron tus maestros?
3) ¿Dónde te iniciaste como directora teatral?
4) ¿Cuándo hiciste tu primera muestra de teatro?
5) ¿Por qué elegís el teatro y no otra expresión artística para realizarte?
6) ¿Cómo fueron tus comienzos?
 
1) No fue un hecho puntual, y en realidad no recuerdo cuando decidí dedicarme al teatro. Pero sí puedo decir que eso de “juagar a ser otro” siempre, y desde muy pequeña me apasionó. Éramos muchos en mi casa, 7 hermanos, y mujeres cinco; con ellas, mis hermanas, tengo montones de recuerdos de jugar a ser otras personas, de componer roles, imaginar épocas y situaciones. Sigo pensando y sintiendo lo mismo que en esos momentos de mi vida: el teatro es sanador, creativo y llena el alma. Claro, en ese momento de mi infancia y pubertad era un sentimiento inconsciente.
 
2) Mis maestros fueron varios. Hice cursos de teatro clásico con Crosa Cundins, cursos de tragedia con Maucci, tuve el honor de estudiar un tiempo con H. Crilla, con Edgardo Moreira, con Chavez  y varios otros, pero mi maestro con mayúsculas, el que me enseñó a conocerme  y a saber cuanto podía dar, ese que me dio seguridad, el que descubrió en mi todo mi potencial, ese que hizo que confiara en mí porque él confiaba en mi, es Agustín Alezzo. Con él cursé todo el ciclo de su taller, que eran 4 años (si no recuerdo mal).

3) Creo que los primeros espectáculos que dirigí fueron para niños. Yo tenía cursos de adultos en algunos colegios y academias privadas, y hacíamos espectáculos para niños; con obras originales, generalmente mías. Pero después creo que lo primero que dirigí para adultos, fue un espectáculo con tres obras de Aldo Pellegrini. Obras absurdas ¡increíbles!... fue un gran desafío, porque además en el elenco estaban mis dos hijos varones.
 
4) Si me preguntás por la muestra con mis alumnos, la primera la hice en el Korinthio Teatro, pero cuando estaba en la calle Junín.  Si te referís a cuándo debuté como actriz, creo que fue hace como 50 años, haciendo teatro infantil, y si mal no recuerdo fui Cenicienta.
 
5)  Es que esta expresión artística es como dije antes, sanadora, y además es siempre movimiento, es vida, es creación permanente. Es placentera, es un juego, y trabajar jugando es una bendición. Por supuesto que cuenta el talento, la formación, y sobre todo la disciplina, pero es jugar dentro de otras realidades, que además siempre varían.  Convencer a otro, que lo que le mostrás es real. Emocionarlo, hacerlo reír, llorar, asombrar, disfrutar… esa magia es incomparable. ¡Es la maravilla! Eso exactamente es el  hecho artístico. Y no todos, ni siempre, los que crean o conforman el hecho artístico son artistas; yo prefiero llamarme trabajadora del arte, trabajadora del teatro. Porque yo creo que ser “artista” está más allá de eso, hay otro “toque”, otro halo mágico en un artista.

6) Mis comienzos fueron casi “sin darme cuenta”. Yo siempre estuve dentro del teatro independiente, casi no rocé el teatro comercial. Siempre fueron felices mis incursiones en el teatro, siempre satisfactorias. Y no porque económicamente haya sido bueno, al contrario, es casi imposible vivir del teatro independiente. A mí el teatro me hace feliz, me llena, justifica mi vida, me deja soñar, no me permite caer; porque la libertad de crear es casi un milagro. El teatro es "impermanente", eso lo hace único e irrepetible. Eso es parte de su atractivo.

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