Todo comienza con un escenario donde se ven tres personajes que no son nada menos que empleados de una dependencia estatal. El espacio está configurado con una cantidad importante de carpetas que aparecen apiladas en un escritorio. Se los ve concentrados a realizar la tarea de reducir el listado de los Premios Vitalicios de personalidades artísticas. Estarán compenetrados con la misión y llevarán a cabo una extensa situación en la que no quedará duda que lo que realizan está muy ligado a la situación actual. Los actores mantendrán diálogos recurrentes en los que se puede observar cuál es el cometido que pretenden lograr. El humor es ácido y desopilante por lo que observaremos que estamos frente a un momento más que significativo. Las actuaciones de estos tres actores responderán a inquietantes y más que bien logradas performances. Después de un rato se notará que son presionados por las autoridades y responden con avidez. “La cultura del descarte aparece cuando se considera al ser humano como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar o, dicho de otra manera, que se puede excluir.”(Palabras de José Sánchez Siniestra, autor). El vestuario al igual que la escenografía están bien expuestos en esta propuesta de cierto color oscuro. La dirección de Mónica Benavídez logra llevar esta pieza teatral de un modo que resulta apasionante.
Autor: José Sanchis Sinisterra
Actúan: Cecilia Cósero, Pablo Flores Maini y María Rosa Frega
Dirección: Mónica Benavidez
Ficha artístico técnica:
Escenografía: Eduardo Spindola. Vestuario: Jorgelina Herrero Pons. Luces: Horacio “Chino” Novelle. Musicalización: Sergio Klanfer. Diseño gráfico: Leandro M. Correa. Fotografía: Ana María Ferrari. Asistencia fotográfica: Walter César Remus. Prensa: Paula Simkin. Asistencia de producción: Rocío Cárcano. Asistencia de dirección: Claudia Díaz
Los artistas víctimas de la cultura del
descarte
por Mónica Benavidez
(Directora)