Guerra húmeda.
Deseada lluvia, engalana edificios
capitalinos, durante un bello Abril,
toma por sorpresa a los distraídos,
mientras otros abren sus escudos
modernos
para protegerse de las flechas
acuosas.
Niñas juguetonas se empujan fuera
de él,
mientras algunos paraguas niegan
abrirse,
una lucha comienza,
para risa de algunos transeúntes.
Gente con paraguas, igualmente
busca cobijo en los parajes,
despierta la ira y el insulto
interno de quienes se empapan,
mientras algún que otro paraguas se
abraza a alguna rama,
dando lugar a un forcejeo ridículo.
Se aproxima esquina Callao y
Córdoba,
la guerra comienza en el paso de
cebra,
los cuerpos mojados contorsionan
para no perder un ojo entre tanto
paragüerio.
Por fin, la lluvia cesa,
los escudos se repliegan,
y nunca falta un gracioso,
que sacuda alguna rama.
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