Inigualable unipersonal en el que la actriz Monina Bonelli, dirigida por su autor Luis cano, refleja un cuadro tenebroso en el que desempeña un papel protagonizando una prostituta que canta como una sirena a la par de la pianista que está en escena, Ana Foutel, entonando canciones “Sara Lowland”. El movimiento que lleva a esta actriz a demostrar toda una historia que parece dejar un tono de tristeza por el rol que juega, hace que la puesta cobre un sentido netamente dramático, con una interpretación noble que conmueve al espectador. Todo su cuerpo se contorsiona con movimientos que van y vienen y reflejan una sensación que nos plantea la historia en un lugar netamente fuera de lo convencional. Si bien nos encontramos frente a un hecho que podría ser algo corriente la manera que está llevado a la escena, deja un sentido sin igual y de profunda teatralización con lo que podemos observar que estamos frente a un caso que podría ser una historia corriente. El traje que lleva la protagonista es totalmente acorde con lo que se quiere demostrar, y tiene una delicadeza que resulta sublime. Si pudiéramos imaginar por un momento lo que esta mujer hace para transformarse en un ser que quiere llegar al público con pasión y, a la vez con una cosa instintiva que va narrando toda la historia, nos encontraríamos con una verdadera representación de algo inesperado.
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