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martes, 30 de agosto de 2011

Francisco Toledo y el cuento del conejo y el coyote

El miércoles 14 de septiembre a las 19 se inaugura en el Centro Cultural Borges, la muestra "El cuentro del conejo y el coyote" del artista mexicano Francisco Toledo.




Auspiciada por la Embajada de México en la Argentina, la Galería Arvil y el Fondo de Cultura Económica, la muestra exhibe un conjunto de obras cuyos origenes se remontan a las ilustraciones que Francisco Toledo, por pedido de la Secretaría de Educación Pública de México, realizó para ser incluídas en un número de la Enciclopedia Infantil Colibrí.
El "Cuento del conejo y el coyote" narra la historia de un conejo de corazón que ama la fiesta y le encanta vagar como una "hoja de maíz de la mano del viento" que de pronto se topa con un coyote que quiere comérselo y su reciente reinterpretación y publicación en 2008 es un intento por rescatar la narración y la memoria oral de los pueblos indígenas.
El artista realizó treinta y tres acuarelas de las cuales la editorial solo utilizó dieciséis. Esta serie de ilustraciones fue posteriormente adquirida por un coleccionista mexicano y finalmente por la Galería Arvil.
La nueva edición del Fondo de Cultura Económica incluyó las treinta y tres ilustraciones que el pintor juchiteco había creado originalmente para la revista en el año 1979.

El libro contiene una versión trilingüe (español, zapoteco, inglés) del cuento tradicional del istmo de Tehuantepec, reinterpretado por la poeta Natalia Toledo y comprende textos de Carlos Monsiváis, Luis Carlos Emerich y Elisa Ramírez.
Natalia Toledo comenta: "De la tradición maravillosa de contar que tenemos los indígenas proviene el Cuento del conejo y el coyote, que pertenece a todos, porque todos lo recreamos con nuestras palabras cuando lo volvemos a contar, y así lo conservamos para las nuevas generaciones".



Por su parte, el escritor Carlos Monsiváis califica a Francisco Toledo como un "cazador de imágenes" y un "inventor de tradiciones". A ese respecto afirma: "Nada de lo que aparece en su obra (el universo de Toledo) había existido antes, ni las leyendas específicas, ni el animismo cachondo en su interminable ars combinatoria, ni la sexualización de las imágenes que no perturba la sensualidad de la forma; todo, también, viene ya de lejos, y visto en la infancia, en la adolescencia y la juventud, que Toledo somete a las otras palabras del color y del trazo y de la textura: las consejas y leyendas del itsmo de Tehuantepec, la visión de Oaxaca como el viaje al fondo de la experiencia que se inicia en un coito o en una matanza, los relatos que la atención de las generaciones esencializan (por lo mismo desvirtúa), los mitos en la pasarela que porta creaciones exclusivas de la fantasía. Y a la materia prima, cuyo nombre es Toledo, se le agrega un vasto conocimiento pictórico, los años en Europa y Estados Unidos, el aprecio por los artistas radicales y por la experimentación, todo lo que también se llama Toledo".

Para el crítico de arte Luis Carlos Emerich, "lo que Toledo aporta no son sólo recreaciones de figuras de la cosmogonía zapoteca, sino el génesis de su personalidad plástica enfrentado a la revaloración moderna de lo primitivo. Si otro pintor oaxaqueño, Rufino Tamayo, ya lo había experimentado y validado en sus aspectos formales, Toledo lo llevaría mucho más allá. Su asunción de las pulsiones sexuales como principio y fin de este mundo creó otros mundos plásticos posibles e imposibles".

La muestra, que se exhibirá hasta el 16 de octubre en el Centro Cultural Borges, propone un recorrido por las acuarelas realizadas por Toledo inspiradas en el relato de la cultura oral mexicana y ofrece la lectura que intelectuales y aristas han hecho de esta obra.

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