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sábado, 23 de enero de 2010

Un niño de once años, llamado Julián Rodríguez, fue golpeado durante el recreo en la Escuela Nº 14 Juan Bautista Alberdi, de la localidad de 25 de Mayo; y murió en el hospital interzonal de Junín, a causa de un traumatismo de cráneo según dijeron los médicos hecho que sucedió tres días después de haber sido hospitalizado.


El último lunes pasado, en la Escuela Nº 14 Juan Bautista Alberdi, Julián Rodríguez de once años de edad concurría a clase desde su casa con normalidad. Durante el recreo de las diez de la mañana, el niño sufrió un terrible accidente, en cierta forma de modo inesperado frente a lo cual existen tres versiones diferentes: una, que lo golpeó un maestro que se descontroló después de lo cual cayó desmayado instantáneamente, otra, que se desplomó también inesperadamente de un muro mientras lo estaba trepando y por último, que fue golpeado en una manera brutal, por un grupo de ocho niños, cuando comenzaba el recreo y se disponían, presumiblemente, a jugar y divertirse un rato.
Lo trasladaron al Hospital interzonal de Junín con urgencia, donde fue asistido de manera inmediata por los médicos y murió dos días después a causa de un traumatismo de cráneo y lesiones terriblemente severas en la nuca, según testificaron los mismos profesionales que lo asistieron en el citado nosocomio.

Por un lado, el Secretario de Educación Provincial decidió intervenir la escuela ante semejante acto vandálico, y pasar a todos los directivos en forma inmediata a disponibilidad de la Justicia.
Por último, los padres de Julián Rodríguez también se decidieron a actuar ante la misma causa y pidieron que se hiciera justicia a través del Sr. Gobernador.

¿QUÉ SE ENCUENTRA EN EL “CAFÉ TORTONI”?



Visitando El Café Tortoni en una noche de otoño, en la Avenida de Mayo, en la que por las bajas temperaturas había poca circulación de gente y la mayoría de los negocios se encontraban cerrados. En este clásico y bello “Café”, se encontraba Rubén Landolfi, uno de sus productores y habla con entusiasmo de su historia.


En una noche de otoño de baja temperatura la Avenida de Mayo se encontraba prácticamente desierta. Los negocios que estaban abiertos eran pocos y los que sí estaban abiertos, contaban con poca gente. Caminando desde la calle Salta, había, (aunque dato tal vez sin importancia), un Patrullero de la Policía Federal de la dependencia de Bomberos, que se disponía a realizar control vehicular por una cuestión meramente rutinaria. Pero tal vez sí, se pueda destacar que antes de dar con “El Tortoni”, estaban las cámaras de Canal 13 con su camión de exteriores terminando su trabajo sobre lo que al día siguiente saldría en los medios acerca de la privatización del Grupo Techint por medio del Presidente Chávez en Venezuela, ante la cual la UIA mostraría una fuerte oposición.
Al 829, de la españolizada Avenida por el estilo de sus edificios, está el glorioso “Café Tortoni, fundado en 1858, pegado al cual queda la Academia Mundial del Tango. Allí se dan charlas informativas, también clases y se baila esta antigua danza maleva del Río de la Plata y concurren tanto argentinos como extranjeros. Y por fin entrando en el tan mencionado Café, se encuentra uno de sus productores el Sr. Rubén Landolfi.
Cuenta el mismo Landolfi, que se nota de manera notable cómo ha bajado la concurrencia de comensales y considera que es debido tanto a la crisis local como a la internacional. Sí destaca que se nota mucho más en los extranjeros, quienes vienen de toda clase de hoteles, ya sea desde hoteles tres a cinco estrellas, hasta jóvenes que llegan de los económicos hostess. Se dan de dos a cuatro shows por noche según la cantidad de gente que vaya; el costo es de $60 y la consumición es aparte. Por ejemplo, un café sale entre 5 y 6 pesos. Algo que se podría considerar como la existencia de un código es cuando hay manifestaciones, “El Tortoni” baja sus persianas y jamás ha sido tocado por nadie, ni siquiera en la más seria de las manifestaciones del grupo Quebracho. Lo que sí lo hace fundamental a su origen es que este lugar es fundado por el francés Jean Touan en 1858 en homenaje al café de París, con el mismo nombre situado en una esquina de esta maravillosa ciudad en el Boulevard des Italiane, el que a su vez, lleva el mismo nombre de quien trajera los helados desde Italia a Francia.
Dentro de las personas reconocidas en el mundo de la cultura que han concurrido a este célebre lugar en los últimos años se encuentran Francis Ford Coppolla, Mario Benedetti (fallecido recientemente), Joan Manuel Serrat, Robert Duval, etcétera. Cuenta también este simpático productor, que a pesar de no poder dar una noticia, se espera que para el Bicentenario, “El Tortoni”, sea un verdadero centro de atracción por todo lo que se está preparando para semejante evento.





















ENTREVISTA A VERONICA RAPELA

- ¿Cuándo te iniciaste en la música?
- Bueno, seguramente me inicié cuando mi mamá me cantaba desde chiquita. Me hace acordar cuando mi hijo en sala de 4 decía: “mi papá es músico, en casa todos somos músicos”. Empecé a estudiar a los cuatro años. Después cuando empecé a trabajar en forma profesional o semi-profesional, un grupo que tocábamos mucho para fuera con Oscar Gerszenson, quien dirige La Capilla Real de Madrid, un grupo muy paquete.
- ¿Y vos qué hacías ahí?
- Yo tocaba flauta dulce, hicimos algunos conciertos barrocos, un poco contra mi naturaleza, ser solista, una experiencia que fue linda pero que fue poco.
- ¿Cuáles son tus preferencias?
- En realidad creo que todavía no llegué. No sé si la flauta la elegí yo o si la flauta me eligió mí. Después de muchos años de hacer música antigua, barroca, tuve un poco de crisis y la necesidad de abrir para otros lados. Trabajaba en un restaurante, de esos temáticos que se llamaba El Caldero, haciendo música del renacimiento. Seguido a eso, se abrió un restaurante de comida judía y como nosotros hacíamos unas canciones de música sefardíes, otra vez me propusieron ser solista. Ahí entonces empecé a tocar con un Grupo que se llamaba Alvar, que quizás fue un poco como abrir lo que es más fuerte para el acceso, seguir con el repertorio, y posiblemente a partir de eso empecé a abrirme a músicos de una extracción de música popular, donde la inserción fue más fuerte.
- ¿Con qué otros músicos participaste, que pudieras mencionar?
- Toqué con algunos de los premios Konex de este año (sonríe). Como por ejemplo, en un grupo que dirigía Néstor Zadoff, Néstor Enrique Andrenacci.
- ¿Qué es lo que más te gusta, cantar o la flauta dulce?
- Me gusta mucho la flauta porque trabajo mucho desde la docencia, y construí bastante el ejercicio de ser maestro y de compartirlo con otros y la búsqueda de lo que implica acercase a un instrumento. A mí me llamaron siempre porque tocaba y cantaba. Con el tiempo canto más y hay una cosa cultural por la que toque menos la flauta. Es una búsqueda diferente. Dice Caetano Veloso “cómo es bueno tocar un instrumento, la voz está muy pegada a uno y se aleja un poco de eso”.
- ¿Cómo fue tu colaboración en la película Tango Feroz, cómo llegaste, qué hiciste?
- Fue por un compañero del colegio Claudio Pustelnik (productor de la película), que me dijo que estaba haciendo su primera película, “Estuvimos grabando y no salió bien, ¿no vendrías a cantar ‘Hasta siempre comandante’”? Y bueno, vamos. Amigos son amigos. Grabamos, se hizo un arreglo, después se editó y se vendieron como 500.000 placas. Canto yo y canta “El Polaco Goyeneche”, pegadito a mí.
- Un orgullo, ¿no?
- Un estar ahí. Ahora ya pasó, pero durante un tiempo los pibes de 15 años, medio progres, la versión que escuchaban de “Hasta siempre Comandante” era la de Tango Feroz.
- ¿Tenés algún proyecto para el Bicentenario?
- Uno de los discos que me gustaría hacer es uno de compositoras latinoamericanas como Chabuca (Granda), Violeta (Parra), Eladia (Blázquez), Teresa Parodi. Me gusta mucho una canción de Celia Cruz. Eso sería mi sueño……….